miércoles, 25 de julio de 2012

Aficionados en el recuerdo: Gran Canaria (1)

Dos décadas de afición a los gallos no es mucho tiempo, puesto que por regla general se empieza desde muy pronto (a veces desde la cuna) y los que llegan a longevos suman en ocasiones hasta 80 años de afición.
En nuestro modesto caso, debido a residir mucho tiempo fuera de Canarias, la verdadera afición, aunque cimentada en la Gran Canaria de fines de los 70 y sobre todo a fines de los 80, cuando asistía a las peleas del Norte y La Espuela en el Parque San Francisco del Puerto de la Cruz con el librero de La Orotava Francisco Lemus, que allí me presentó a su tío Antonio “el Crusantero”, mi primer maestro en los secretos de la “gallomaquia”, la verdadera afición, decía, solo va de 1990 a 2010, ya que hacia 1990 es cuando comencé a asistir a todas las peleas que se celebraban en la isla de Tenerife y en 2010 me despedí de la única afición que he tenido en mi vida ante la cantidad de puñaladas a las tradiciones gallísticas canarias que se venían perpetrando. Pero eso es otra historia.
Lo que nos ocupará una serie de reportajes es la evocación de algunos aficionados que nos han dejado una huella, muchas veces de admiración y en ocasiones hasta entrañable, en los recovecos mágicos de la memoria. Porque la afición a los gallos está tejida de amistad, y gracias a ella he podido conocer a personas estupendas, singulares, con sus virtudes y defectos pero que tenían en común el salirse de esa medianía triste que compone nuestras sociedades modernas. Como si algo al aficionado se le contagiara del gallo de combate, al que significativamente llamamos gallo fino.
En esta serie de artículos me ocuparé de los aficionados desaparecidos y que quiero recordar. Claro que me limito solo a los que pude tratar, siendo la mayoría de ellos de la isla de Tenerife, donde, por avatares profesionales, he tenido que vivir. Pero comenzamos con Gran Canaria, a donde asistía con alguna frecuencia al encargarme, por amistad con Antonio Hernández, de las crónicas de “La Provincia” en algunas temporadas.


Si atendemos a la edad, el primer nombre que ha de aparecer aquí es el de don José Navarro Calderín, a quien vemos con su inseparable amigo Valerón, que lo llevaba a ver, ya nonagenario, todas las peleas que se celebraban en Gran Canaria. Él y Alejo Yánez (que tiene ahora 95 años) eran los únicos sobrevivientes de la gallera de Bravo Murillo, anterior a la del Cuyás, que solo se inauguró en 1932. Ningún aficionado me ha dado tal sensación de encontrarme ante la Canarias antigua, quizás porque era un hombre no de Las Palmas sino del interior, en concreto de Telde, una de las patrias gallísticas grancanarias con Arucas, Gáldar-Guía y, por supuesto, la capital. Había en él una fuerza rústica, telúrica que ya en Canarias no existe. Su padre fue un célebre luchador, “el Rubio”, que llegó a ser campeón de las siete islas. Don José me dio fotocopias de algunos reportajes antiguos sobre su padre, para que yo lo recordara en el periódico, lo que acabé haciendo, y no sin dificultades. Luego, en su casa de Telde, lo sometí a un interrogatorio gallístico, aportándome muchas informaciones, pero que estoy seguro que fueron poquísimas en relación con lo que él almacenaba en la memoria. Perdemos a los grandes y con ellos se va un tesoro de recuerdos, porque no tenemos tiempo ni a veces habilidad para extraer de ellos todo lo que saben.
Era tan grande la afición de don José Navarro, que la última vez que lo recuerdo asistía al soporífero campeonato de casteadores que se celebraba en casa de Antonio Bolaños, en primera fila, aunque, todo hay que decirlo, dejándose dormir en alguna ocasión. Justificable, porque no era para menos, pero el hecho es que para él había que ir a todas las peleas, para ver combatir a los gallitos y a la espera de que apareciera algún artista de la espuela, como esos que él venía viendo desde los años 20.


En esta otra foto de campeonato, don José Navarro ocupa la fila que le corresponde: la primera. Detrás están Valerón, Carlos “el Bombero”, Lorenzo “el Kíkere”, Palmerito, Melitón, Finca Gomar, X. En tercera fila, Alberto Plasencia, X, Cheché, Pedro “el de las Tapias”, Menoti. En cuarta, Silvestre “el Carpintero”, Iván, Tato (con el programa), Miguel Ángel González Pérez. Y ya al fondo, Valentín, Diego, X, Sanfiel y Vicente Sosa con su puro de rigor.


Otro aficionado hoy legendario es don Pedro García Arocena. Era de familia gallística, ya que su tío fue don Cayetano Arocena Grondona, de quien hace poco publicamos una fotografía, y que tuvo los famosos “piletas”. Fue don Cayetano un gran casteador a caballo de los siglos XIX y XX, como su sobrino lo sería en las décadas de los 50 y los 60, para además ser continuado hasta nuestros mismos días por sus hijos Antonio y José Carlos García Artiles.
A don Pedro lo vi yo en algunos campeonatos, uno de ellos este en que lo fotografié junto a José Luis Martín, entonces ya presidente del partido de Telde, como sucesor de Antonio Hernández. Pero solo lo traté en su casa, con motivo de la elaboración del “Diccionario”, aportándome valiosas opiniones y dejándome material que me fue muy útil. Ya estaba muy quebrantada su salud, pero la inteligencia seguía alerta, y era perceptible por qué Julián Castillo me había dicho que en su vida había conocido dos perfectos caballeros: su maestro Francisco Dorta y don Pedro García Arocena. Profesor de generaciones de estudiantes grancanarios, el escritor Armas Marcelo, con motivo de la campaña contra los gallos allá por 1990, lo evocaba así: “”El asunto de los gallos viene de antiguo, mucho más que el fútbol, y recuerdo a uno de los profesores más queridos de los jesuitas en los años en que éramos felices e indocumentados, don Pedro García Arocena, que tenía gallos y, sin embargo, era sumamente civilizado”.
Don Pedro García Arocena tuvo una edad de oro como casteador, con gallos tremendos como los “correlones” y los “mataporojo”, que le prepararon cuidadores excepcionales como Julián Castillo y Domingo Prieto. Sus hijos siguieron la afición, pero además sabiendo unir, a la finura como casteadores, la calidad humana, porque a veces todo lo bueno se hereda. En esta segunda foto, vemos a don Pedro junto a su hijo José Carlos y al gran aficionado palmero-tinerfeño Alfredo Martín, que con él estaba además emparentado.


La próxima semana continuaremos, enfocando a otros grandes aficionados grancanarios que ya están ausentes, aunque no en la memoria de quienes tuvimos la fortuna de tratarlos: Argeo Hernández (un grancanario adoptivo, ya que era del Valle de La Orotava), Pedro Aguiar, Miguel Machín, Ángel Bolaños, Adolfo Santana y Antonio “el Dandi”.

lunes, 16 de julio de 2012

Teatro Viana, 28 de mayo de 1961


Cuidador triunfador por excelencia, Pablo Amador sufrió dos contratiempos importantes en su carrera gallística: la vez que en La Espuela perdió ante el Norte y en 1961, cuando quiso medirse con su maestro. Pero su cuida ante "el Músico" fue buena y elogiada, hasta el punto de que para la temporada siguiente lo contrataría el partido de San José.
Las peleas se celebraron en el Cine Avenida de Santa Cruz y en el Teatro Viana de La Laguna. A las 12 en el primero y a las 2 en el segundo.
Esta jornada destaca por varias razones. Primero, porque Pancho, a falta de dos jornadas, asegura la ventaja definitiva, con el primer “Cascarita” de don Felipe Ravina: lleva 19 de ventaja y faltan 18 peleas. Segundo, porque, con 19 riñas en contra, Pablo Amador va a ser sustituido por Domingo “el Boyero”, que ganará por 4-3 y perderá por 3-2 en las dos jornadas restantes. Tercero, porque pelearon dos grandes gallos, uno por cada bando: el giro verde de don Antonio Monteverde y el melado de dos riñas de don Ángel Benítez de Lugo.
El giro verde lo destaca don Florencio González en su programa, que es el aquí reproducido, como hará lo mismo dos jornadas después, llamándolo “Relámpago”, ya que ganó también de dos tiros. Era un gallo alto, de bellas espuelas naturales, y un verdadero relámpago metiendo las espuelas. Pero al año siguiente lo esperaba el “Ramblero” de don Ángel Benítez de Lugo, que se lo cargaría en una de sus sensacionales peleas, la cuarta y última que hizo.
Curiosamente, el otro gallo de la jornada venía a nombre del propio don Agustín Monteverde. Era un hermano del “Ramblero”, pero la cosa no queda ahí, ya que otro melado hermano del “Ramblero” hizo este año también tres peleas. Fue una gran temporada del alcalde lagunero, ya que un pinto le hizo otras tres riñas, en la línea de los que ya había peleado en la liguilla interinsular, dos años antes.
Los otros gallos que sumaron tres peleas fueron un colorado de don Alonso Tabares por La Espuela y un colorado de José Martín Mederos y un giro de don Florencio por San Cristóbal. Más trabajo nos costaría saber las peleas que los gallos de esta temporada habían hecho en la anterior o anteriores temporadas, por la poca gracia de solo poner en los programas las riñas que hacía el gallo durante la propia temporada. Con todo, en el programa de la tercera jornada, tengo los datos de que peleó “el Músico” sendos giros de 4 riñas de don Luis Miranda y de don Augusto Díaz, y que Pablo se los tumbó.
Pancho peleó en 16 ocasiones gallos de Luis Miranda y de Augusto Díaz, en 13 los de Ángel Benítez de Lugo, en 9 los de Pedro Tabares, en 7 los de Miguel Montañés y Felipe Ravina, en 5 los de Ramos Ferraz y Juan Martín.
“Pola Vieja” peleó 21 veces gallos de Eduardo Pérez Ascanio, 14 de Luis Machado, 8 de José Martín Mederos y Florencio González y 6 de Los Tres. Antes de que se incorporara “el Boyero”, ya aparecieron los gallos de los Acevedo, peleando en total 6.
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¿Qué ocurría esta temporada en las otras islas?
En La Palma, la capital seguía sin peleas, mientras que en la Banda Los Llanos ganaba por 3 riñas, con cuida de Piquito y Roberto, que se enfrentaban a Arnoldo. En el Circo Cuyás, Domingo Prieto (San José) e Israel Vargas (Triana) empataban. Y Lanzarote, con Pedro Hernández y José Saavedra (“el Barreno”), hacía peleas con el partido Nuevo de Tapia, Cardones, San José y Triana

lunes, 9 de julio de 2012

Cine Moderno, 28 de mayo de 1961


Se celebraba este día la última jornada de la contrata entre los partidos Norte y Nuevo. En el Norte había cierto cansancio por perder siempre ante La Espuela, y ello fue quizás decisivo para pelear este año con el partido de Álvaro Tapia. En principio se esperaba una cómoda victoria del “Boyero”, pero solo logró sacar 1 riña de ventaja. Es más, en los tres primeros domingos Tapia le sacó 7 riñas, y solo en la jornada 14 pudo Domingo adelantarse. Datos como este hacen pensar que, de Pancho haber cuidado en el Norte y Domingo en La Espuela, los recitales del “Músico” hubieran sido muchísimos más.
Tapia, con todo, ha sido una figura poco valorada. Como aficionado, era extraordinario. Como cuidador, era bueno, y con tandas adecuadas hacía maravillas. El problema estaba en que no disponía en su gallera de muchos gallos de calidad, pero en esta temporada, con algunos refuerzos, demostró que podía aguantar bien una campaña larga.
La foto que presentamos aquí –aunque ya conocida de los lectores del Diccionario gallístico de Canarias– es un documento extraordinario. Pocas fotos, para empezar, hay de Domingo Morales, y solo otra en que se lo vea sobre la valla. El ambiente es formidable, y en primer plano ha salido, fortuitamente, Pepe Borges Acevedo, que fue un puntal del Norte hasta los años 90, y a quien yo recuerdo perfectamente, en la gallera, en las peleas y almorzando los domingos con su familia en Casa Genaro, Santa Úrsula, por donde pasaba toda la afición gallística, tinerfeña y de otras islas. Sobre la valla están Ernesto Tosco, con su habano, Cecilio Acevedo y Tapia, siempre muy apuesto, y hasta se me da que la idea de la foto fue suya. De hecho, fue él quien me dio esta copia. Lugar: el Teatro Viana, probablemente en 1960, cuando se celebraron cinco jornadas entre los partidos de ambos cuidadores.


La temporada se celebró en el Cine Moderno (calle San Sebastián, Santa Cruz) y el Teatro Topham (Puerto de la Cruz). ¡Qué comparación con la miseria actual, por no hablar de los cuidadores de entonces y de hoy! La final fue en el cine, y tuvo que ser muy emocionante. El Norte llevaba 3, pero, tras las tablas iniciales, el partido Nuevo se hace con tres consecutivas, dos de ellas con gallos de dos riñas: el colorado de Ernesto Castro Martín y el giro de Luis Gutiérrez. El Norte gana la siguiente, y la general con el gallino de Domingo Hernández Luis. Pero aún Tapia logra ganar con otro dos peleas, lo que ya es mucho mérito.
Si el otro día hablábamos de los “fanegas”, señalemos que los fabulosos gallinos de Domingo Hernández Luis que peleó este año “el Boyero” (uno de los cuales era el que le dio la ventaja general) venían de ellos y eran primos del “Ramblero” de don Ángel Benítez de Lugo.
Los mejores casteadores del Norte fueron este año padre e hijo: Domingo Hernández Luis y su hijo Argeo, que aún no se ha embarcado para Las Palmas. Pelearon incluso más gallos que los Acevedo, siguiendo Domingo Márquez, Felipe Machado, Pedro Acevedo Hernández. Los casteadores que aportaron más gallos al partido Nuevo fueron José Reyes López (el mecánico “Sabachús”, suegro de Domingo Prieto), don Ernesto Castro, Francisco Torres (que tuvo un colorado de tres riñas), Mario Nieves, Eleuterio García, Alonso Lecuona, Adolfo González Rivero, Juan Santana; claro que sin olvidar los gallos que el propio Tapia casteaba con Juan Martín.

miércoles, 4 de julio de 2012

Santa Cruz de La Palma, 14 de abril de 1957


No ponen el año los programas de jornadas gallísticas impresos en la imprenta del Diario de Avisos. El nombre de Domingo Acosta (“el Perro”) ya nos lleva a las temporadas 56 ó 57, en que él cuidó en Abajo y que fueron las últimas entre los históricos partidos.
Se trata de la temporada de 1957, por tanto la última de todas. Hasta 1973 no volvería a haber dos partidos en la capital palmera, la Guerra y la Nueva, que llegan a nuestros días.
Francisco Acosta González no es otro que “el Tullido”, quien cuatro años después incluso cuidaría en Los Llanos.
Solimar Pérez García es el hijo del “Foño”. Dado que el Diario de Avisos pone como cuidador de Arriba, a principio de temporada, a Baldomero Rodríguez Espinosa, suponemos que este fue sustituido por Solimar. Su ayudante es el hijo de Antonio Benítez “Salud”, quien había sido corredor de Pancho y cuidaría esporádicamente en las décadas siguientes.
Esta jornada acabó 3-3, y la ventaja final de Abajo sería de 6 riñas La temporada constó de 13 jornadas y no fue de mucha calidad, apuntándose cierta decadencia. Da la impresión de que había muy buenos gallos, pero floja cuida, más si pensamos que poco antes había estado en Abajo nada menos que Pepe Palmero, y ante él cuidadores como “el Boyero” y “el Artillero”. Se dio una riña que superó la hora, no sabemos si lográndose ese día un triste récord.
En un comentario de “Olem”, leemos: “Punto y aparte merece el esfuerzo que realizan para sostener este deporte por el partido de Arriba los señores García Cejas y Duque Pérez, entre otros, y por Abajo el señor Ramos Ferraz y don Silvestre Carrillo, gracias al cual se celebraron las peleas en esta ciudad, y a quien todos agradecemos su actuación desinteresada en este deporte”. En efecto, don Silvestre Carrillo no solo apoyaba al partido de Abajo, sino las peleas en su conjunto. Acabó hartándose de los aficionados ruines que siempre hay, y así terminaron las legendarias contratas entre estos partidos.
Este año volvió a pelear, por Abajo, el “Fanega”, un gallino extraordinario de Isidro Acosta que había debutado dos años antes con Pepe Palmero. Ese gallo era hijo del célebre “Asturiano” de Ramos Ferraz. Un hermano suyo (gallino melado que parecía una pintura) lo pelearía Pancho al año siguiente en La Espuela, y de él saldrían los “fanegas” de don Ángel Benítez de Lugo, entre ellos “el Ramblero”. Por otra parte, de otro hijo del “Asturiano” que le mandó Ramos Ferraz a Domingo Hernández Luis (el padre de Argeo) saldría su legión de grandes gallinos. Y no queda ahí la cosa, ya que alguien le mandó a Domingo Prieto, que cuidaba en Triana, otro hijo del segundo “Fanega”, con el que castearía don Pedro García Arocena, sacando verdaderos fenómenos.
Abajo contó de nuevo con muchos y muy buenos gallos de Ramos Ferraz. La pelea del día la protagonizó su giro de tres riñas, ganándole al gran colorado de dos de Francisco Duque.
Por Arriba hay que destacar al giro de los señores Govante y Hernández, que se hizo con su cuarta pelea.
No tenemos muchos programas de aquellos años en Santa Cruz de La Palma, por lo que agradecemos especialmente al buen aficionado que nos atrapó esta imagen en la maraña de la Red.